La indispensable confiabilidad de nuestro suministro eléctrico: Por Cesar Quintini Rosales

Un requisito fundamental para el retorno a la normalidad, es el retorno de la confiabilidad del suministro eléctrico. Si bien la energía primaria se presenta en una variedad de formas, la tecnología contemporánea la puede someter, mediante procesos de conversión en el tipo de energía que requiera el usuario, siendo el suministro eléctrico el que ha resultado más efectivo para atender la mayor diversidad de usos, razón por la cual la mayoría de los artefactos de uso general, para producir, transportar, calentar, refrigerar y otros más, son concebidos y manufacturados para ser impulsados por energía eléctrica. Aún más, todos los artefactos destinados a aplicaciones electrónicas de todo tipo, de control, comunicaciones e informática, solamente funcionan con electricidad. Electricidad que se obtiene a partir de cualquier tipo de energía primaria disponible y que a la vez puede convertirse en el tipo de energía que requiere el usuario.

La experiencia de algo más de un siglo, nos ha enseñado que se logran múltiples ventajas cuando suplidores y usuarios de la electricidad se conforman en sistemas interconectados, muchos de cobertura nacional y en ocasiones cada vez más frecuentes en sistemas multi- nacionales. Tal circunstancia ha llevado a los usuarios a exigir la máxima confiabilidad de sus suplidores, de quienes esperan recibir la cantidad de energía que necesitan, cuando la necesiten. En décadas recientes debido a la inmensa expansión de los artefactos electrónicos de múltiples usos, se añadió la exigencia de un suministro de tensiones (voltajes) y frecuencias de alta confiabilidad.

Venezuela estuvo entre los primeros países de Latinoamérica en iniciar su desarrollo eléctrico, primero por iniciativas privadas dispersas en ciudades mayores y a partir de 1946, la Corporación Venezolana de Fomento asumió el rol de ente estatal de electrificación, creando el departamento de electricidad, por medio del cual fue adquiriendo e integrando cuando existían, las empresas privadas que prestaban un servicio limitado y electrificando pueblos y ciudades menores que carecían de un servicio adecuado. Se conformaron una serie de redes regionales con una capacidad de generación instalada adecuada para atender la creciente demanda. Dependiendo de que parte del mundo los emprendedores venezolanos habían adquirido la tecnología, se instalaron redes de diferentes frecuencias, predominando los 50 Hz en la región central y 60 Hz en el resto del país.

Cuando a comienzos de la década de 1960 entró en servicio la planta Macagua I, primera en aprovechar el inmenso potencial del río Caroní generando a 60 Hz, surgió la necesidad de analizar la conveniencia de unificar la frecuencia y de interconectar los sistemas regionales ya establecidos. El tema fue examinado a profundidad. En aquella época no había suficientes elementos de juicio para determinar si se continuaba, como todavía ocurre en algunos países, con sistemas aislados, o se interconectaban los sistemas a 60 Hz, frecuencia en la que ya operaban las instalaciones petroleras y las primeras plantas industriales de Puerto Ordaz. Se inició el cambio de frecuencia en los sistemas de la región central y se inició el proceso de establecer la red troncal nacional, con la instalación de la línea de 230 kV Macagua – Santa Teresa. Puede decirse que el sistema interconectado se consolida con la terminación de la troncal Guri – Yaracuy de 765 kV. Cubriendo el territorio nacional desde Güiria y Santa Elena en oriente, hasta Maracaibo y San Antonio en occidente. Con enlaces de alta y media capacidad con el norte de Brasil y el oriente de Colombia.

Cuando recibí la invitación para escribir esta nota para la revista de AVIEM, basado en la costumbre de contar durante décadas con la información que publicaba la Oficina de Operación de Sistemas Interconectados (OPSIS), tanto impresa como en su página Internet, decidí acudir a la página de CORPOELEC. Allí, junto a noticias de todas las regiones, encontré una sección titulada Centro de Información Técnica a la cual intenté entrar, recibiendo la siguiente respuesta:

“Acceso denegado
Usted no está autorizado para visitar esta página.”

No fue eso suficiente para que abandonara la búsqueda y así fue que descubrí que han iniciado la publicación de Revisen, Revista de investigación para el sector eléctrico. No es grande el contenido de la primera entrega y ojalá, a la investigación agregaran una sección de información técnica, con mayores detalles de los que se reciben en las notas de prensa.

Sigue entonces vigente la cuestión fundamental: al lograrse las condiciones para reactivar el país y comenzar a consolidar una economía que garantice un desarrollo sustentable, que se fundamente en la capacidad creativa y productiva de su gente, en remplazo de la práctica casi centenaria de depender de la explotación de recursos no renovables, es fundamental disponer de un suministro energético confiable y a tal efecto el Sistema Eléctrico Nacional juega un rol fundamental.

Es bien sabido que existe un desbalance entre la mitad oriental y la mitad occidental del territorio nacional, en cuanto al potencial de energías primarias aptas para la generación eléctrica. Tanto la mayoría del gas natural, como el mayor potencial hidroeléctrico están en oriente, en occidente hay mayor disponibilidad de carbón, pero esa es la forma de energía más adversa al ambiente, por el contrario, hay ya suficientes evidencias que colocan el mayor potencial de las redescubiertas energías limpias en la mitad occidental. Como es sabido, el gran problema tanto de la energía eólica, como de la solar es que no pueden adaptarse a las variaciones de la demanda, unas veces por insuficiencia otras por superávit. Las plantas del bajo Caroní han sido todas concebidas para operar con un alto factor de carga, es decir como generación de base. Sin embargo, esa alternabilidad del suministro requiere ampliar la capacidad de transmisión Oriente – Occidente, que entrará en estado crítico cuando finalmente comience a generar la hidroeléctrica de Tocoma. A mediano plazo es probable identificar en los andes sitios adecuados para la instalación de plantas de bombeo/generación, con capacidad de captar y conservar los excedentes de generación limpia, para posteriormente devolver la energía al sistema eléctrico en las horas de máxima demanda.

El problema está en que al momento en que empiece a reactivarse la economía, comenzará a crecer la demanda y si bien es cierto que la actual capacidad instalada, supera holgadamente la actual demanda, no es ese el caso cuando de capacidad de generación disponible se trata. Además del tema de la disponibilidad de capacidad, también es necesario enfrentar la cuestión de la disponibilidad de combustible.

En Venezuela, además del gas que existe en los yacimientos aún por desarrollar, hay volúmenes importantes que no se aprovechan y que se descargan en la atmósfera sometidos o no a combustión. Para aprovechar ese gas que ahora se ventea, hay que recolectarlo, limpiarlo, comprimirlo y conectarlo al sistema de gasoductos para llevarlo a las plantas existentes o por construirse que, a falta de gas queman combustibles líquidos exportables y ocasionalmente se dice, que deben surtirse con combustibles líquidos importados.

Existe la posibilidad de usar la orimulsión para la generación en Venezuela, pero dicho combustible tiene un impacto ambiental negativo que en el corto plazo podría ser objeto de penalización. No obstante, es de interés nacional asumir el liderazgo en los procesos de investigación y desarrollo para la promoción y aprovechamiento de dicho combustible.

Para el corto plazo y en paralelo, con la puesta en marcha de los equipos de generación no disponible, deberán explorarse las opciones de generación con orimulsión. La inyección de CO2 es materia que debe ser analizada responsable y oportunamente.

En materia de líneas de transmisión y distribución, es fundamental reconocer la importancia de incrementar la capacidad de transmisión oriente/occidente, debiendo en primer lugar definir los puntos terminales y segundo, pero de igual importancia es la determinación de hacerlo en voltajes de corriente alterna (HVAC), o en su defecto en corriente continua (HVDC). El fortalecimiento del enlace oriente/occidente es en especial interesante porque pudiera permitir la conexión sincronizada con el sistema colombiano.

Otro aspecto importante es la elevación del voltaje en corredores existentes. En otros escritos he planteado la posibilidad de conversión de líneas de 230 a 400 kV y también de 13,8 a 24 Kv. En Venezuela se tiene amplia experiencia en todos esos voltajes y los aumentos de capacidad que pueden lograrse con esas conversiones son de menor costo y menores trámites que una nueva línea, aunque si requieren mayor ingeniería tanto en las fases de planificación y diseño, como en la fase de montaje restablecimiento del servicio.

La puesta a punto del sistema eléctrico es compleja y costosa y requiere que esté en manos de quienes conozcan la materia.

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